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Cualquier tipo de estructura metálica o material férrico, en presencia de humedad y aire, pierde paulatinamente sus propiedades y se va deteriorando. Con el tiempo ese deterioro se transforma en óxido, si esto se produce de manera continuada y no se toman las medidas adecuadas da lugar a la corrosión y destrucción total del elemento en cuestión.
Para evitarlo se debe proteger la estructura, teniendo en cuenta las propiedades de la misma y el ambiente (humedad, temperatura…) al que esté expuesta.
El proceso a seguir en la reparación de una estructura dañada es importante para conseguir un resultado óptimo y duradero. Se debe comenzar por la limpieza mediante granallado, chorreado de arena o decapado para retirar todos los restos de óxido hasta dejar la superficie totalmente limpia, después se debe aplicar una imprimación anticorrosiva, ésta realiza la función de puente de unión entre la estructura y la pintura de acabado así como la de protección de la estructura para evitar el óxido. Una vez seca la capa de imprimación se puede aplicar la pintura de acabado, una buena opción es la pintura de poliuretano de muy buenas prestaciones y alto espesor de capa. La pintura contra la oxidación, suele aplicarse en naves, centros comerciales, edificios públicos, estaciones de autobuses…
No descuides el material metálico de tus instalaciones y logra que ninguna parte del edificio tenga un aspecto descuidado.